El gobierno de Agustín de Iturbide en México, conocido como el Primer Imperio Mexicano, tuvo un impacto significativo en la economía del país durante su breve pero trascendental mandato. Iturbide asumió el poder en 1822 luego de la firma del Plan de Iguala, que establecía la independencia de México y la creación de un gobierno monárquico bajo el reinado de un emperador. Aunque su gobierno duró solo un año y medio, dejó una huella duradera en la economía mexicana.
Una de las primeras medidas económicas tomadas por Iturbide fue la promulgación de la Ley del Padronato, que otorgaba a la Iglesia católica el control y la administración de todas las propiedades y bienes eclesiásticos en México. Esto tuvo un impacto significativo en la economía, ya que la Iglesia controlaba gran parte de las tierras y los recursos del país. Sin embargo, esta medida también generó conflictos con aquellos que se oponían a la influencia de la Iglesia en los asuntos del Estado.
Otra medida importante tomada por Iturbide fue la adopción del Plan de Casa Mata, que abogaba por la creación de una moneda única para todo el país. Antes de esto, cada región tenía su propia moneda y sistema de intercambio, lo que dificultaba el comercio y la estabilidad económica. La unificación de la moneda facilitó el comercio y promovió el crecimiento económico en todo el país.
Durante el gobierno de Iturbide, también se impulsaron políticas de proteccionismo económico. Se establecieron aranceles y restricciones a la importación de productos extranjeros, con el objetivo de fomentar la producción nacional y proteger a los productores locales. Esta política tuvo un impacto mixto, ya que si bien favoreció a algunos sectores de la economía, también generó un aumento en los precios de los bienes importados y una disminución en la calidad y variedad de los productos disponibles.
Además, Iturbide promovió la expansión y desarrollo de la infraestructura en todo el país. Se construyeron caminos, puentes y canales para facilitar el comercio y el transporte de mercancías. Esto favoreció la integración económica de las diferentes regiones y contribuyó al crecimiento de la economía nacional.
Otro aspecto importante del gobierno de Iturbide fue la consolidación y expansión del sistema de haciendas en México. Las haciendas eran grandes propiedades agrícolas en manos de la élite terrateniente, que controlaban la producción y exportación de productos como el café, el azúcar y el añil. Aunque esto generó una gran concentración de la tierra y el poder en manos de unos pocos, también impulsó el crecimiento económico y la generación de empleo en el sector agrícola.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por impulsar la economía, el gobierno de Iturbide enfrentó numerosos desafíos y dificultades económicas. La deuda acumulada durante la guerra de independencia y la falta de ingresos fiscales suficientes para cubrir los gastos del Gobierno llevaron a una crisis económica y financiera. Además, la inestabilidad política y los conflictos internos dificultaron la implantación de políticas económicas coherentes y consistentes.
En resumen, el gobierno de Agustín de Iturbide tuvo un impacto significativo en la economía mexicana durante el Primer Imperio Mexicano. Aunque su mandato fue corto, se tomaron medidas importantes para promover el crecimiento económico y la estabilidad, como la unificación de la moneda, la promoción del comercio y la expansión de la infraestructura. Sin embargo, también enfrentó desafíos económicos y financieros importantes, que dificultaron su capacidad de implementar políticas económicas consistentes y sostenibles.
