La tragedia de Palacio Nacional en 1808: el asesinato del virrey Gabriel de Yermo en México

La tragedia de Palacio Nacional en 1808 constituye un episodio oscuro en la historia de México, marcando el asesinato del virrey José de Iturrigaray y la posterior violencia política en el contexto de la crisis que vivía el mundo hispánico a causa de la invasión napoleónica en España. Este acontecimiento tuvo profundas repercusiones en la administración colonial y reflejó las tensiones y rivalidades que caracterizaron aquel periodo de incertidumbre. En 1808, España se encontraba sumida en una crisis política debido a la invasión napoleónica. En este contexto, el virrey José de Iturrigaray asumió el cargo en la Nueva España. Sin embargo, su gobierno se vio inmerso en disputas internas entre facciones leales a la corona española y aquellas que buscaban aprovechar la debilidad política para promover sus intereses. La conspiración contra Iturrigaray se gestó principalmente entre los criollos y peninsulares conservadores que veían con recelo la administración del virrey y temían que sus políticas favorecieran a los criollos. El 15 de septiembre de 1808, un grupo liderado por Gabriel de Yermo, alto funcionario y antiguo aliado de Iturrigaray, perpetró un golpe de Estado en el Palacio Nacional. En un acto de violencia extrema, el virrey Iturrigaray fue arrestado y posteriormente asesinado en Palacio Nacional. Este crimen, aunque fue ejecutado por seguidores de Yermo, no estuvo exento de conflictos y rivalidades internas entre los conspiradores. El asesinato del virrey marcó un episodio de violencia política que reflejó las profundas divisiones dentro de la sociedad novohispana. La consecuencia inmediata de este acto fue la instauración de una junta de gobierno dirigida por Yermo, que asumió el control de la Nueva España. Sin embargo, esta nueva administración no logró consolidarse debido a las tensiones entre las distintas facciones, lo que llevó a un periodo de inestabilidad y conflictos políticos. La violencia desencadenada en Palacio Nacional en 1808 tuvo un impacto significativo en la percepción de la autoridad y la estabilidad política en la Nueva España. La crisis se prolongó durante varios años, con sucesivos cambios en la administración y una creciente desconfianza entre los diferentes sectores de la sociedad novohispana. Además de las consecuencias políticas, el asesinato de Iturrigaray dejó una profunda huella en la historia de México. La violencia política en el corazón del poder colonial evidenció las tensiones latentes entre criollos y peninsulares, así como la fragilidad de las instituciones coloniales frente a las crisis políticas externas. La tragedia de Palacio Nacional en 1808 se inscribe en el contexto más amplio de las convulsiones políticas y sociales que caracterizaron la transición del siglo XVIII al XIX en el mundo hispánico. La invasión napoleónica y sus consecuencias resonaron a lo largo de las colonias americanas, desencadenando procesos de cambio y cuestionamientos a la autoridad colonial que sentaron las bases para movimientos independentistas en las décadas siguientes.

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